martes, 12 de julio de 2011

La contradicción en gordos

La contradicción en Gordos (Daniel Sánchez Arévalo, 2009)


"La contradicción no tiene por qué ser necesariamente negativa. Lo que pasa es que toda contradicción tiene una explicación a la que todavía no estamos preparados para enfrentarnos.

Por eso no hay que huir de ella. Hay que afrontarla. Ver dónde nos lleva. Porque dentro de la propia contradicción está la solución que andábamos buscando.

Todos somos contradictorios alguna vez. Es más, necesitamos la contradicción como paso previo para averiguar las cosas que queremos. O que ya no queremos.

Qué es eso que te condiciona pero tanto adoras. Qué es eso que tanto adoras pero tanto reprimes. Qué es eso que reprimes pero te libera. Qué es eso que te libera pero te condena. Qué es eso que te condena pero amas. Qué es eso que amas pero rechazas..."

domingo, 26 de junio de 2011

Relato No. 2

- ¡Es una puta locura!

- ¿Locura? ¡Locura es seguir viviendo como lo estamos haciendo, sin apenas libertad!

- ¡Pero es ilegal! ¿Y si nos pillan? ¡Directos a la cárcel!

- No te preocupes, mi plan es perfecto. Nada puede salir mal.

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“Son las nueve de la mañana. Día 23 de Marzo. Miércoles.”

Un fuerte golpe contra el despertador se escuchó aún más que la voz robótica del aparato. 5 minutos después volvió a escucharse.

“Son las nueve y cinco de la mañana. Día 23 de Marzo. Miércoles.”

Jorge se apoyó sobre sus codos en el blando colchón, y sin mirar el reloj-despertador bajó la mano y apagó esa voz. Se quedó un rato mirando a su armario, delante suya, como esperando que se abriera solo y la ropa se condujera a sí misma hasta los pies de su cama.

Se levantó aún en calzoncillos y caminó tambaleándose hacia el armario. Escogió la sudadera que acostumbraba a llevar los Miércoles, unos pantalones que fueran a juego, y unas zapatillas. Cerró el armario y de los cajones de al lado cogió una camiseta y unos calcetines.

Cuando se hubo vestido salió de su habitación, entornó la puerta que daba al cuarto de sus padres, y entró en el baño.

Después de haber orinado fue a la cocina. Allí le esperaba su café.

Se encendió un cigarro y el humo del pitillo y el del café se confundían en el aire. De pronto, una melodía de móvil se hacía notar por encima del imperioso silencio.

- ¿Si?

- Buenas, ¿cómo has dormido hoy campeón?

- Poco y mal. Me acosté tarde.

- Bueno, ¿estás nervioso?

- No, en absoluto.

- Ya está todo preparado, le he dicho a mi hermano que jugaríamos a eso de las 13.00. He quedado con él en la pista.

- Vale, nos vemos a las 11.30, tal y como estaba previsto, ¿no?

- ¿Puedes hablarme como si fuera tu novia? Te recuerdo que lo soy.

- Perdona, estoy algo distante de todo últimamente

- Venga cariño, ¿No puedes hacer una excepción?

- Si, lo siento, sabes que te quiero

- Venga, nos vemos luego

- Hasta dentro de un rato

Sin darse cuenta se había acabado el cigarro y el café. Volvió a su habitación y se sentó en la cama. Tras permanecer 5 minutos en silencio se levanta decidido y cruza la puerta.

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- Hija….vamos…venga…. ¿No me dijiste que tenías que estar en no se donde a las 10?

- Ya voy…

- Te preparo algo de desayuno mientras te vistes. Date prisa o se quedará helado, como siempre.

Y allí estaba Mónica, con los ojos semicerrados mirando al techo de su habitación, que aunque esté a oscuras puede dibujar en su mente por tantas noches en vela imaginándose un futuro junto a él.

Se levantó y aún en pijama fue al baño a echarse un poco de agua en la cara. Volvió a su habitación, se puso ropa deportiva y fue hacia la cocina. Ahí le esperaba su madre echando la última cucharada de azúcar en el café.

La madre aprovechó y se preparó uno para ella. Mónica no paraba de mirar su café y de jugar con la cucharilla haciendo movimientos circulares.

- ¿Qué tienes previsto hacer hoy? – dijo por fin su madre

No hubo respuesta.

- Mónica, cariño, ¿Qué harás hoy? – dijo con un tono mas alto y agresivo

- Uy, perdona, sí, he quedado con Manu para jugar, ya sabes que si no le saco yo no sale de aquí.

- Haces bien, pero no vengas tarde que estamos preparando una cosilla.

- ¿Qué cosilla?

- Luego lo ves, una tontería.

Mónica, un día más, recogió su vaso ya vacío y lo depositó en la pila.

Se fue a su habitación y encendió el móvil. Tenía un mensaje. Llamadas perdidas de Jorge a las 6:45 A.M. Se sentó en la cama y marcó despacio y cuidadosamente las teclas de su teléfono móvil. Un tono…..dos tonos….tres tonos…

- ¿Si?

- Buenas, ¿cómo has dormido hoy campeón?

- Poco y mal. Me acosté tarde.

- Bueno, ¿estás nervioso?

- No, en absoluto.

- Ya está todo preparado, le he dicho a mi hermano que jugaríamos a eso de las 13.00. He quedado con él en la pista.

- Vale, nos vemos a las 11.30, tal y como estaba previsto, ¿no?

- ¿Puedes hablarme como si fuera tu novia? Te recuerdo que lo soy.

- Perdona, estoy algo distante de todo últimamente

- Venga cariño, ¿No puedes hacer una excepción?

- Si, lo siento, sabes que te quiero

- Venga, nos vemos luego

- Hasta dentro de un rato

Colgar y su voz se apagó. Una vez más se tumbó en la cama deshecha y miró el techo que tan fácil le resultaba imaginar en la oscuridad. 5 exactos minutos en esa posición. Se levantó, cogió las llaves y con un tímido “adiós” se despidió de los habitantes de aquella casa. Por detrás suya sólo el ruido de la puerta cerrándose.

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- La caja de 12 son 7.50 €

- Aquí tiene

- ¿Me lo envuelve para regalo?

- ¿Para regalo?

Claro que no se lo podían envolver, en las farmacias no tienen papel de regalo. Su próxima parada era la casa de su tío. Su tío era militar, es un hombre ya mayor. Prestó servicio en la dictadura y siempre tiene alguna historia que contar. Su casa está decorada con armas de todo tipo, y Jorge sabía dónde encontrar la munición. Su tío se lo había enseñado.

Llegó al amplio portal y sin siquiera llamar al telefonillo subió por las escaleras que le conducen hacia la casa del hermano de su padre.

Tras media hora, salió de allí y bajando los escalones de dos en dos se dirigió a su próximo destino: La casa de Mónica.

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Mónica es una chica muy sociable, siempre sabe donde puede encontrar lo que quiere y siempre hay alguien que se lo pueda proporcionar. Aún eran las 9.45 y había salido de casa, así que tenía unos 15 minutos para remolonear por la zona. – Demasiado frío para jugar a cualquier cosa – pensó. Fue a una tienda de caza y pesca donde compraba anzuelos para su padre cuando era más pequeña. Abrían a las 10.30 pero el dueño le conocía y podía hacer una excepción. Así se aseguraba que nadie la viera comprando.

Llamó a la rejilla que separaba la puerta de la vía urbana y un hombre con un bigote negro y con sobrepeso salió a recibirla.

- ¡¿Qué tal Mónica?! ¡Cuánto tiempo!

- Hola Mariano, no tengo mucho ahora que lo dices, quiero regalarle para reyes un cuchillo a mi padre, un cuchillo de caza.

- Te pondría restricciones si no fueras quien eres, pero vamos a ver… ¿cuál te viene bien?

- El mas afilado que tengas

- Está bien, está bien…. Enseguida va.

- Gracias

Recogió el cuchillo y se fue directa a la iglesia. Necesitaba hablar con el padre, pero allí no estaba.

– Si no puedo hablar con él hablaré directamente con Dios – musitó en voz baja.

Se puso de rodillas y murmuraba su arrepentimiento ante lo que iba a hacer pero a su vez justificaba sus actos como algo necesario para que su vida fuese mejor.

Recogió sus bártulos, las lágrimas que se le querían fugar de sus ojos y salió de allí mucho más rápido de lo que había entrado

Salió de la iglesia, y se percató que aún le quedaba una cosa por hacer, conseguir barbitúricos, lo más difícil, pero ya he comentado lo fácil que le era conseguir lo que fuera en cualquier momento.

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Mónica vivía bastante lejos, pero eso no era inconveniente para Jorge, que sabía que la distancia no era más que una cifra. Cuando era requerido se desplazaba hasta su casa, así también lo hacía ella. No se veían todos los días, así él apreciaba mas verle los ojos que tan enamorado le tenían.

Con paso rápido y decidido cogió el bus que le llevaría a la estación de tren. La gente iba de acá para allá con regalos de Navidad. Ajenos completamente a lo que estaba ocurriendo en otro cualquier lugar, y sin preguntárselo, sin preocuparse lo más mínimo.

Bajó del autobús y caminó poco para llegar a la estación. El tren acababa de llegar, y él pudo montarse. Ahora solo queda esperar.

- Samuel, lo necesito de veras, te pagaré lo que me pidas

- Son caras, estas pastillas las cuentan en la farmacia cada día y si falta alguna tendría que responder ante tal desaparición

- Si, lo sé, hazme ese favor, tengo aquí dinero.

- Está bien, ¿Para qué las quieres?

- Eso aún no te lo puedo decir, pero no son para mí. ¿Se disuelven en líquido, si?

- Sí, sí, pero ten mucho cuidado.

Ya tenía todo hecho, y ya casi era la hora, con caminar un poco a la estación, recoger a Jorge e irse hacia la pista de baloncesto.

No tuvo que esperar mucho porque el tren estaba llegando cuando ella entró por la puerta de la estación y solo tuvo que esperar 2 minutos para verle. Cuando le vio se percató de que lo que estaba haciendo lo estaba haciendo correctamente porque el fin justificaba completamente los medios.

Cruzó el torno y se fundieron en un apasionado beso. Terminado esto se cogieron de la mano y caminaron hacia la pista sin mediar palabra. Cada uno suponía que habían hecho todo correcto.

Aún quedaban 10 minutos para que llegara el hermano de Mónica y solo tenían que esperar. Se miraron a los ojos:

- ¿Estás segura?

- Completamente

- Lo digo porque no son mis padres los que van a morir

- Lo sé, pero llevamos pensándolo mucho tiempo

- Vale, tranquila, todo saldrá bien

Llegó su hermano y Jorge se levantó para ir a estrecharle la mano. Se preguntaron por su situación actual y empezaron a jugar. Ambos solían jugar al baloncesto en sus ratos libres así que se mostraban hábiles haciéndolo. Mientras ellos dos jugaban, Mónica cogía la botella de agua que encontró en la mochila de Jorge, la abrió, le dio un trago e introdujo dos pastillas de los barbitúricos que le había proporcionado Samuel.

Tras un rato jugando, la sed pudo con Manu, que pidió la botella de agua urgentemente.

4 minutos. 4 minutos exactos aguantó en pie. Como si un rayo imaginario le hubiera fulminado cayó al suelo.

Jorge le sujetó, Mónica cogió la mochila de Jorge y ayudó a transportar en bolandas a su hermano completamente drogado.

La gente se quedaba muy extrañada de ver tan pintoresca situación y el poder de escudriñamiento les impedía seguir caminando.

Llegaron ya al portal y cogieron el ascensor lo más rápido posible. Respiraron hondo y llamaron al timbre.

Abrió la puerta la madre, que gritó inmediatamente ante tal cuadro y llamó a su marido rápidamente. Éste se acercó raudo y Jorge gritó:

- Rápido llevémosle a la cama y – señalando al padre – coge un paño con agua

- ¿Qué ha pasado? – Gritaba la madre

No hubo respuesta, solo una rápida carrera por el pasillo hasta la habitación de Mónica donde le tumbaron. La madre intentaba reanimarle en balde.

Jorge tranquilamente buscaba algo en la mochila de Mónica.

- ¡¿Por qué no hacéis nada?!¿¡Qué ocurre!? – gritaba la madre sollozando

Volvió la mirada a su hijo inconsciente. Al mismo tiempo Jorge sacaba el cuchillo que había comprado su novia, tapo la boca de la madre de Mónica con un pañuelo y recorrió con el cuchillo su garganta, que se abrió para dejar que el filo del cuchillo seccionara la laringe y se escuchara un gorgoteo inusual. La sangre que proyectaba la herida fue a caer al cuerpo inmóvil de Manu.

Mónica se hallaba en una esquina con las manos en la boca, que estaban siendo atacadas por las lágrimas de sus ojos.

Jorge, casi sin parpadear cogió el arma que le había sustraído a su tío, la cargó y esperó pacientemente a que llegara su padre.

Cuando apareció por la puerta le colocó una bala en el pómulo y otra en el corazón. El padre cayó al suelo con un golpe seco.

Mónica se quitó las manos de la boca y dejó escapar un aullido que al ser oído por Jorge le hizo reaccionar y corrió a abrazarla.

- Tranquila, tranquila, ya está, ya está….

Cogió el paño que había dejado caer el padre y limpió cuidadosamente el cuchillo y se lo pasó por la mano a Manu. Con el mismo paño tiró el cuchillo por la habitación y limpió el revolver con el que había disparado al padre de Mónica. Cuidadosamente se lo puso en la mano a Manu y suspiró.

Fue al baño y se limpió los restos de sangre que le había dejado la familia de Mónica en la ropa. Mónica le siguió y cuando se hubo limpiado completamente fue al salón y quitó la película que estaban viendo, sacó el DVD y lo metió en la caja que estaba libre: “Fargo”.

Dejaron caer su cuerpo en el sofá y Jorge preguntó:

- ¿En cuánto tiempo perderá su efecto la morfina?

- 2 horas

- Nos queda tiempo aún, hace 15 minutos le dimos la morfina…en una hora y media llamamos a la policía. Ahora sólo queda esperar.

Los dos empezaron a besarse y ella se recostó. Él saco del bolsillo un preservativo y ella sonrió. Metió su mano por debajo de la camiseta y empezó a tocarle la espalda, acariciándola firme pero dulcemente.

¡Ding Dong!

- ¿¡Quién será ahora!?

- No sé, espera, abro yo – le cortó Mónica

Mónica caminaba cautelosamente por su propia casa como si un asesino viviera detrás de cada puerta.

Abrió la puerta y su cara empalideció de repente.

- ¡Hola sobrina!

- Hola tía… ¿Qué…qué…qué haces aquí?

- Nos dijo tu madre que hoy había comida familiar, pero claro, ¡era una sorpresa para los más jóvenes de la casa!

- Bu…bueno

Los familiares pasaron hacia el salón donde estaba Jorge, contemplando la escena completamente pasmado. Habían entrado su tío, su tía, su prima Blanca de 5 años y su primo Pablo de 4 meses y medio.

- ¿Has visto qué grande está ya Pablo? – arrancó a hablar su tío - ¿Y bueno, no nos ofreces algo de beber y algún lugar para dejar los abrigos? – dijo mientras enfilaba el pasillo que llevaba a la habitación de Mónica, pero Jorge le interrumpió y se hizo cargo de todos los abrigos.

Amontonó los cadáveres y los tapó con una sábana, que tapó con todos los abrigos. Volvió al salón con los demás.

- Jorge, estás manchado… tienes algo rojo en la camiseta... – advirtió su tía

- Oh… si… están pintando la habitación de Mónica, por eso no podéis entrar

- Nunca me ha gustado el rojo para una habitación…me parece…

- ¿Alegre? – comentó su tío

- ¿Puedes venir un momento? – dijo Mónica a Jorge – Necesito comentarte algo acerca de la comida

Jorge se levantó y caminó tranquilamente hacia la cocina. Allí le esperaba la pálida Mónica.

- Plan perfecto…plan perfecto… ¡Y ahora qué!

- No… no lo sé Mónica, de momento hacemos la comida y ya se verá como transcurren los acontecimientos...

- De esta no salimos…

- Voy a ver como están las cosas y en 3 minutos ven tú…

Se volvió a sentar en el sofá y comenzaron a hablarle:

- ¿Donde habéis dejado a los suegros? ¿Ya te les has cargado?

- Jeje, no, no, aún no…

- ¿Qué tal la universidad? ¿Todo bien? ¿La familia?

- Bien bien, gracias…

- Bueno, voy a llamar por teléfono a tu doña suegra, que se está retrasando.

Su tía marcó las teclas de su móvil lentamente, se puso el auricular en la oreja y empezó a sonar una melodía proveniente de la habitación de Mónica.

Todos miraban extrañados a Jorge y salió Mónica de la cocina rápidamente diciendo:

- ¡Ya se ha dejado mi madre el móvil en casa otra vez! ¡Será posible! Voy a por él… - dijo mientras corría hacia la habitación a por el móvil.

- Mira que se lo digo…pero nada no hace caso – confirmó su tía

Pasó un rato en silencio hasta que Blanca hizo gala de la tremenda inocencia infantil que tienen todos los niños:

- ¡Mamá! ¡Mamá! ¿Qué es esto del sofá? – dijo Blanca levantando victoriosa un preservativo de la marca Durex que rezaba “Un placer mas estriado”

Todos miraron a Jorge y Mónica que acababa de entrar en el salón y que volvió a salir despavorida hacia la cocina.

- Eh…no es nada Blanquita, anda dámelo que lo guardo que es para la comida – dijo Jorge al mismo tiempo que recibía dos miradas asesinas por parte de los tíos de Mónica

Jorge llevó el preservativo al baño y Mónica ya estaba de nuevo en el salón con sus tíos.

- Bueno Moniquis, y ¿Qué tal con el chico este? – decía su tío mientras Blanca se escapaba sigilosamente del salón

- Bien, genial, estamos muy enamorados

Comenzó a sonar la melodía del móvil de Mónica y ella se levantó para coger el teléfono.

- ¿Jorge?

- Si, escucha, sigue atentamente mis instrucciones, quiero que digas ahora “Si papá”

- Si papá

- Muy bien, ahora quiero que hagas como si hablaras con tu padre, haz como si te estuviera contando que ha surgido un imprevisto y que no pueden hablar mucho, pero que no van a volver a casa.

- Vale papá, bueno, pues hablamos en otro momento, cuando no estés ocupado.

- Vale, ahora cuelga, pero di que no es seguro, que permanezcan ahí un rato mas, de todas formas ¿Vale?

- Vale, vale, no hay problema, chao, besos, te quiero.

Colgó el teléfono y volvió a sentarse en el sofá

- ¿Qué pasa querida?

- Mi padre, me ha dicho que es posible que se tenga que suspender la comida, no me ha dado más datos. Me ha dicho que me llamará en un poco rato.

- Bueno, no pasa nada – dijo su tía al mismo tiempo que Blanca empezaba a tirarle del pantalón – lo mismo ha pasado algo con tu tía Marta, ya sabes como está la pobre – Blanca seguía tirando del pantalón – encima ahora, con lo que le diagnosticaron a Juanjo. Blanca… - seguía tirando – Pero bueno, seguro que no es nada – seguía tirando - ¿¡Qué quieres, Blanca!?

- Es que la tía está muerta en la habitación de Mónica, y el tío, y el primo, y además Jorge se ha vuelto loco y estaba hablando por teléfono en el baño con Mónica, ¿Podemos comer ya?

Un silencio cruzó la habitación y dejó petrificados a todos los que allí se encontraban. Irrumpió Jorge en el salón y todos le miraron, el rostro de Mónica, ahora descompuesto, pedía a gritos una solución.

- Jajajaja, que graciosa es Blanquita – decía Mónica – los niños tienen una imaginación tremenda…

- No me lo inventé, ¿Queréis verlo?

- No, no, espérate un rato y comemos

El silencio se hacía notar más y más cada vez. El aire pesaba mucho, y la tensión se podía cortar con un cuchillo. Ninguno sabía como reaccionar.

- Bueno, voy poniendo la mesa por si acaso, no vaya a pillarnos luego el toro

- ¿Qué está pasando aquí?

- ¿Dónde, tía?

- Aquí, todo es muy raro, ¿dónde están tus padres?

- Yo no… - se quedó sin palabras al ver a su hermano en la puerta del salón, lleno de sangre, con un revolver en la mano y aún sin poder sostenerse bien.

- ¿Qué pasa, cariño? – la tía estaba de espaldas a su hermano moribundo

Jorge se dio cuenta de la presencia de Manu, se giró hacia él y éste le disparó al pecho lo que le hizo desplomarse. Todos vieron la escena, todos excepto la joven Blanca que estaba en la cocina intentando conseguir lo que tan ansiadamente requería. Mónica, se irguió y recibió un disparo idéntico al de su novio. Apuntó ahora a su tío, pero la puerta de la entrada cayó abajo y un vecino entró veloz y placó a Manu como pudo y le inmovilizó en el suelo. La tía de Mónica marcaba el 091 como podía y en poco tiempo llegó la policía para arrestar a Manu, y precintar la casa.

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- Como lo oyes Juani, se conoce que el hijo estaba harto de la vida que llevaba con sus padres y los despachó rápido, pero no sólo eso, también mató a su hermana y al novio de su hermana.

- ¿Qué me dices?

- Lo que oyes. Por lo visto, no mató a sus tíos y a sus primos porque un vecino se lo impidió.

- ¿Y cómo fue eso?

- Pues el vecino vio a su primita, qué ricura de niña madre mía, que estaba llorando y con un cuchillo en la mano, en la cocina. No había nadie para darle de comer.

- ¿Y le vio así como así?

- Por la ventana del patio Pili, ¿¡Cómo si no!?

- Ay no se hija, igual tenía una wescam de esas, mi Jona tiene una.

- Bueno, lo que te decía, pero vamos, que segura no estoy hija mía, porque el chico por lo que se ve no ha dicho ni mú.

- ¡Anda! ¿Y eso?

- Pues que ha debido de entrar en un chock de esos que te quedas mutis pa to la vida.

- Si es que no vamos a tener vecinos normales nunca Pili, ¿Te acuerdas de la que lió el que se suicidó aquí mismo?

- Uy sí, calla, que me enterao que se suicidó por las amantes, que si una que si la otra…total… que se dio un tiro y santas pascuas

Si es que no somos nadie, Pili, no somos nadie....

martes, 21 de junio de 2011

Relato No.1

Algo retumbaba en su cabeza. No era el retroceso de la pistola que acababa de accionar justo en su sien. No era la bala misma que en ese instante estaba cruzando su cráneo para así acabar con su insignificante existencia. Ni siquiera era el grito ahogado de una mujer por detrás. Él y sólo él lo sabía. Estaba mirando al mundo por su terraza acristalada y el mundo lo estaba mirando a él. Algo retumbaba en su cabeza. Y él sabía lo que era. No era sino la culpa lo que le ardía, y no la gota de sudor que le caía por la frente.

Y la sacudida de aquel balazo hizo que su cuerpo se quebrara en dos y la gota de sudor ascendiera en el aire. Después, silencio. Y tras el último grito, un susurro. El que hizo la gota al caer en el cuerpo de nuestro hombre. En el cadáver de nuestro hombre...

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“Antes era distinto. Cuando la conocí nos podíamos pasar horas mirándonos el uno al otro sin ánimo de empezar una conversación. Solo compartiendo el silencio.”

Rebobinaba y volvía a darle al play.

“Antes era distinto. Cuando la conocí nos podíamos pasar horas mirándonos el uno al otro sin…”

Rebobinaba y volvía a darle al play

“Antes era distinto…”

Stop. Usó su manga a modo de pañuelo y se secó las lágrimas que hacía tiempo tan a menudo recorrían sus ya acostumbradas mejillas. Se mueve rápido, o eso intenta. Quiere convencerse a sí mismo de que lo que va a hacer es correcto. Luchando contra sí mismo lo único que hace es contradecirse y eso a la hora de hacer algo con seguridad es contraproducente.

Ha cogido todo lo necesario. Llaves y dinero. Mucho dinero.

Sale de casa decidido, con el paso firme, baja uno, dos, tres pisos. ¿Por qué coger el ascensor? Va mucho mas rápido saltando escalones. De tres en tres. A cada escalón el gemelo se te

nsa, y luego descansa con el siguiente. Lo va a hacer. Necesita estar en forma.

La puerta del portal, blindada, pesa mucho menos hoy. ¿Acaso hoy era diferente a otros días? De todas formas era normal, pesaba exactamente lo mismo, la diferencia era que hoy él sí había dormido.

Tras 2 semanas enteras sin dormir aquella noche había tomado una determinación. Drástica, pero determinación al fin y al cabo. Él quería un final feliz. ¿Acaso era tan difícil que se le proporcionase una vida normal? ¿Qué más daba lo que tuviera que hacer para conseguirlo?

Esa determinación, para bien o para mal le había hecho dormir, que era lo importante. Ya sabía que necesitaba dormir porque no podía presentarse ante él con pintas de drogadicto. “Él no vende a drogadictos”.

Había quedado con él dentro de media hora, pero prefería llegar pronto. A esas ho

ras no habría nadie. Menos ahí.

Enfiló la calle que habría de dar con la esquina donde se encontraría con él.

Ahí estaba. Como él, también había llegado mucho antes, con un cigarro en la mano, unas gafas de sol a pesar de que la noche estuviera cerrada, gabardina de cuero negro y unas botas del mismo color.

Dos y sólo dos estrellas presenciaban la escena. Dos y sólo dos estrellas veían como le flaqueaban las piernas a medida que se acercaba al misterioso hombre de la gabardina.

Había llegado hasta ahí.

¿No estaba en forma? ¿Por qué le flaqueaban las piernas como si fuera una quinceañera en frente de su ídolo pop? ¿Por qué precisamente ahora mostraba lo que realmente era? Un cobarde, que no tiene suficiente valor para controlar una situación.

El hombre de la gabardina se irguió y mostró que era mucho más alto de lo que parecía, lo que le intimidó aun más. Continuó andando, la cabeza que poco a poco había ido decreciendo en rectitud ahora miraba la punta de sus zapatos lustrados.

Llegó justo hasta donde estaba el hombre de las gafas de sol y le enseñó el contenido de su chaqueta. El hombre de la gabardina le metió la mano en su bolsillo delantero, la

volvió a sacar, recogió el dinero de su mano e inmediatamente le cogió del cuello.

“Ni una palabra”, una frase susurrada al oído, y quedó todo claro. Le soltó, tiró su cigarrillo a medio acabar. Se encendió otro y se marchó.

Si no fuera por la marca que le dejó en el cuello no le hubiera importado. Son cosas que pasan, y más si negocias con este tipo de gente.

Llegó de nuevo a su portal, pero es demasiado tarde para intentar dormir. Por el contrario es demasiado pronto para salir y verla. Subió los tres pisos en zancadas grandes y empuño la llave para abrir su puerta. Entró en casa y se tumbó entre papeles, la mayoría cartas antiguas, fotos, escritos y cintas que él mismo grababa y reproducía constantemente en su grabadora de mano. Ahora todas dolían por igual. Con el mismo tema impreso en cada foto, en cada carta, en cada grabación. Y como resucitada de entre las cuestiones que ya han sido respondidas volvió a su cabeza la que le rondaba los sesos aquellos días: “¿Debo realmente hacerlo?” “¿Tendré la sangre fría de acabarlo todo de esta manera?”. Se levanta, va al baño y se mira en el espejo. Vomita. Sale y da vueltas por el salón como si así transcurriera más rápido el tiempo. Él lo sabe, el tiempo en esto es elemental, y los remordimientos de algo que no has hecho son los que mas queman, como si quisieran traspasar la fina tela entre palabra y acto.

Sigue andando, cada vez mas rápido entre papeles que él mismo ha amontonado.

Corre. Ahora corre. Propina una patada a uno de los montones de papeles manuscritos y se dirige veloz a la puerta. La abre. Y baja las escaleras tal y como ha llegado, con el contenido colocado por el hombre de la gabardina en su bolsillo. Los distintos llaveros metálicos hacen ruido en su cazadora. Siempre ha llevado las llaves adornadas con multitud de llaveros, la mayoría regalos, que saltaban alegremente cuando eran agitados. Ahora esos regalos no servían para nada. La relación con la gente no sirve para nada. Abrió la puerta del portal y se precipitó a la penumbra.

La niebla y el frío se cuelan por su nariz y su boca y nota como recorren cada centímetro de su cuerpo. Le lloran los ojos. Las lágrimas involuntarias contribuyen a que la calzada se oscurezca aún más.

Pasan las calles, los árboles dibujan maquiavélicas sombras y se siente perseguido. No sabe por qué pero sigue corriendo y se da cuenta de que sus pies siguen un itinerario. Va a hacerlo ya. No puede esperar más. Nota como la idea de hacerlo le martillea la cabeza. No aguanta más. Para y siente que lo poco que había comido se había convertido en emesis esparcida en la acera.

Su estado: cada vez más lamentable. Pero a pesar de ello continúa su fuga, la fuga de sí mismo. Continúa la marcha cada vez mas trastabillado y logra sostenerse en una pared, la pared que estaba buscando.

Como si le hubieran privado de la vista, consigue a tientas ir al portal al que se dirigía. Sube las escaleras usando el apoyabrazos para tal esfuerzo. Consigue llegar al segundo piso, e irrumpe violentamente en la última puerta del pasillo. Echa mano del bolsillo de su chaqueta como si fuera a sacar algo. Recorre el salón, pero esta vez lo hace lentamente, cuida cada paso como si el habitante de esa casa fuera a salir de cualquier lugar armado con un cuchillo o algo similar.

El pasillo se le antoja angosto y por cada paso que da se consuela que no esté el habitante. Cuando hubo recorrido todo el apartamento y no vio a nadie se tumbó en el sofá y rompió a llorar.

Cuando aclara su mente consigue levantarse del sofá. No podía dejar de pensar en lo que había estado a punto de hacer, y que sin duda, en algún momento haría. Meditó durante un tiempo en el descansillo, salió a la escalera, y las bajó lentamente, como si tuviera miedo de que se descoyuntaran y cayera al vacío.

Pensó en volver a casa, pero seguramente le ocurriría lo que hace 30 minutos.

Y pensó en su vida. En cómo la estaba llevando. "Con mucho cuidado" se decía. Y la persona que compartía con él aquello silencios debía estar ahora durmiendo. Ajena a todo lo que estaba ocurriendo. Ajena a sus verdaderos pensamientos. De sus verdaderas acciones. Iría a verla. Estaba convencido. Pero antes tenía que hacer algo de tiempo y tenía hambre. Las lágrimas le habían debilitado.

Cruzó la puerta del portal y emprendió su marcha hacia la cafetería más cercana, pero la más cercana estaba cerrada. Tras varios intentos fallidos encontró una. Entró, bebió a sorbos cortos un café ardiendo. Se levantó y dejó mucho más dinero del necesario sobre la mesa.

La gente comenzaba a caminar por las calles. Las vías cada vez más transitadas estaban bañadas por las primeras luces del sol que descubrían rostros despreocupados. ¿No podía vivir como ellos? Sin problemas, con sus respectivas familias y sin más obligación que levantarse a la hora X para coger un medio de transporte que le lleve a su trabajo, escuela o centro de rehabilitación.

Se dirigía a verla. Necesitaba estar seguro de que lo hacía por ella. Llegó a la calle donde se encontraba su portal, donde se besaron por primera vez. Cuando aún era feliz con su vida. Cuando era uno de tantos habitantes de aquella urbe sin forma. Con tanto contraste. Donde a veces el que peor vida tiene no es el que menos suerte tiene, sino el que no la ha sabido llevar por buen camino.

Cuando quiso darse cuenta estaba parado en medio de la calle sin tener nada que hacer más que esperar a que la mujer con la que compartía su vida se despertase. Era tarde ya, supuso que ya se habría despertado, o al menos debería haberlo hecho ya en un día normal.

Llamó al portal y una voz demasiado dulce contestó. Demasiado dulce teniendo en cuenta la hora que era. ¿Acaso llevaba despierta más de la cuenta? No se hizo más preguntas de las necesarias y volvía a subir unas escaleras que esta vez se le antojaban interminables, a pesar de ser tan solo un segundo piso. El cansancio hacía mella en él. Llegó a la puerta entreabierta del segundo piso y la cruzó. El piso estaba cuidadosamente organizado. Con un montón de detalles que lo hacían tremendamente acogedor.

"Pasa" fue lo primero que escuchó. Venía de la cocina. Él se asomo a donde se encontraba ella. Estuvo dos minutos observando cómo manejaba con precisión los útiles de la cocina. Le parecía encantadora. Desprendía un aura que le hacía especial. La amabilidad que practicaba era envidiable. Se acercó a ella y cuando la agarró por detrás de la cintura ella sonrió. Le besó la mejilla y ella quiso girarse, pero él no se lo permitió. Retrocedió y salió por la puerta tal y como había entrado. Bajando por las escaleras le flaquearon bruscamente las piernas y cayó por las escaleras hasta que su cabeza contra la pared le frenó. Una herida abierta en la frente dejaba ver el color rojinegro de su sangre. Se levantó como si nada hubiera ocurrido y salió a la calle.

La gente en la calle le miraba extrañada. ¿Acaso nunca habían visto sangre? ¿O acaso olían que no tramaba nada bueno?

Esquivaba, o más bien, le esquivaban. Y así, tambaleándose, llegó a su casa. Subiendo a rastras las escaleras. Ahora más que nunca le pesaba el contenido de su bolsillo. Llegó a la puerta, abrió y entró, o más bien, se introdujo como pudo en su casa.

Miraba por su ventana, acristalada de arriba abajo, de manera que podía ver por su pared invisible.

Dejó de lamentarse. Se levantó. Con el contenido de su chaqueta era suficiente. Salió de casa, bajó decidido las escaleras. Fue al piso que antes encontró vacío. Sabía que ahora no podía estar vacío. Era hora de estar habitado. Era hora de hacer lo que le rondaba la cabeza.

Observó como le había nacido un tic nervioso en el párpado de su ojo derecho. La gente, comentaba a su paso. A él le importó poco. Continuó con la marcha, cada vez más rápido. Más decidido. Más mortal. Pie izquierdo. Pie derecho. Cada vez más rápido. Velocidad.

Sus ojos inyectados en sangre demostraban la ira que sentía hacia el mundo. No era para menos. El mundo se había cebado con él, y él en particular lo haría con una mínima parte del mundo.

Llegó al portal, subió los dos pisos, atravesó la puerta y comprobó que estaba quien esperaba. Una mujer joven, morena, hermosa, que a pesar del ruido de la puerta no había despertado. Se encontraba en su habitación. En la mesilla de noche había una foto. Era él, con esa mujer compartiendo un beso. La miraba y sacó lo que guardaba en el bolsillo

El revolver que acababa de sacar de su chaqueta tenía la culata de un negro granulado, que permitía una mejor sujeción. El barrilete era de color plateado, en contraste con el negro menos oscuro del resto del cuerpo del arma.

"Nunca se encasquilla"…. "Nunca se encasquilla"… Apuntó a la mujer que estaba descansando en su cama. Respiró hondo. Él sabía lo que tenía que hacer. Allí estaba al fin. Lo hará. ¿Por qué siempre tienen que terminar mal las cosas? ¿Por qué cuando las cosas le iban bien siempre había algo que estropeaba todo? ¿Era preciso acabar con vida para sobrevivir? Volvió a mirar la foto. Disparó.

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Su rostro descompuesto cada vez daba más que- hablar entre los que caminaban a su lado en la calle. Necesitaba dormir, acabar con los remordimientos que tenía en la cabeza. Volvió a su casa. Cogió un papel, escribió algo y lo pegó en la puerta por detrás. Cogió su grabadora, grabo balbuceos, lo único que podía emitir porque lloraba desconsoladamente y cada vez que abría la boca la tensión de sus maseteros lo volvían a cerrar. Salivaba más de lo acostumbrado. La herida de su frente ya le había dejado de doler. Ahora no pensaba en nada. Su mente solo le quería dedicar su último pensamiento a la chica de la sonrisa. La que sabía manejar los útiles de la cocina con tanta gracia. De la que estaba enamorado.

En ese instante, irrumpió en el cuarto la mujer que ocupaba su último pensamiento, y se paró el tiempo:

Algo retumbaba en su cabeza. No era el retroceso de la pistola que acababa de accionar justo en su sien. No era la bala misma que en ese instante estaba cruzando su cráneo para así acabar con su insignificante existencia. Ni siquiera era el grito ahogado de una mujer por detrás de ella. Él y sólo él lo sabía. Estaba mirando al mundo por su terraza acristalada y el mundo lo estaba mirando a él. Algo retumbaba en su cabeza. Y él sabía lo que era. No era sino la culpa lo que le ardía, y no la gota de sudor que le caía por la frente.

Y la sacudida de aquel balazo hizo que su cuerpo se quebrara en dos y la gota de sudor ascendiera en el aire. Después, silencio. Y tras el último grito, un susurro. El que hizo la gota al caer en el cuerpo de nuestro hombre. En el cadáver de nuestro hombre...

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Una mujer morena, se levanta de la cama en ese momento, sobresaltada. Había tomado demasiados somníferos en la noche. Mezclados con alcohol pueden ser mortales. La vida le parecía una auténtica broma, pero sin gracia. En absoluto. Su intento de suicidio, un día más había fracasado. En ese instante un escalofrío le recorrió el cuerpo. No estaba su foto con él. En su lugar había un montón de cristales en el suelo. Y… ¿Un agujero en la pared? Un agujero de diámetro reducido estaba en la pared que tapaba la foto.

Recorre su casa en busca de alguien y no encuentra nada. La puerta está rota. Supone que la persona que la llevó a casa aquella noche tuvo que romperla para poder entrar.

Quiere verle. No sabe por qué pero algo le dice que si no le ve se puede arrepentir, así que sin importarle que la puerta esté completamente abierta corre por las escaleras más rápido de lo que ella nunca hubiera podido imaginar.

Cuando corre, el pelo se le desmelena y el frío que sintió al salir del portal se ha desvanecido por completo. Llega al portal que buscaba tan afanosamente y se paró en seco, miró al tejado y subió las escaleras. Llamó una vez a la puerta, llamó dos veces, aporreó con todas sus fuerzas el tablón de madera que les separaban.

Se abrió la puerta y vio que le recibía una mujer, en el suelo, llena de sangre, y llorando como nunca había visto. Los ojos rojos inundados en lágrimas le miraban desde abajo y se le partió el alma en dos. ¿Qué hacía ella ahí, en esas condiciones? Alzó la vista y le vio a él, en el suelo con un charco de líquido negro rodeándole. No podía creerlo. Entró de golpe dejando atrás a la mujer que lloraba tanto. Le agarró de la espalda. "Debe ser una broma”. Volvió a la puerta. La mujer no se había movido. Una nota. En la pared. La cogió y leyó lo que ponía.

"Lo siento. Fracasé".

jueves, 9 de junio de 2011

De exámenes

Ahora mismo estoy de exámenes. Prometo actualizar el blog en cuanto acabe.

Tengo una historia con la que os vais a quedar con el culo torcido.

miércoles, 16 de febrero de 2011

La ley del silencio

El título viene que ni pintado para una entrada melancólica y bohemia, pero esta entrada no va a ser así.

Los que me conocéis sabéis que me "apasiona" todo el tema de la ley Sinde, la propiedad intelectual y soy ferviente seguidor de Enrique Dans y David Bravo.

Hay tantas cosas que decir sobre ésto que no sé ni por dónde empezar. Me gustaría explicar el problema de una manera sencilla. El primer motivo es que yo no soy un erudito en el tema y el segundo es que me gustaría que lo entendiera todo el mundo. Primero de todo,
  • ¿qué es la ley Sinde?
La ley Sinde es una disposición de la "Ley de Economía Sostenible". Esta ley (sacado de www.alt1040.com) afecta a:
  1. La Ley de Servicios de la Sociedad de la Información (más conocida como LSSI).
  2. La Ley de Propiedad Intelectual.
  3. Ley Reguladora de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa, (que se centra en la protección de la propiedad intelectual en el ámbito de la sociedad de la información y de comercio electrónico).
Pongámonos pues en situación. Todo el mundo conocemos lo que es el canon, lo que es la SGAE y lo que son las páginas de enlaces (SeriesYonkis, por ejemplo).
Estamos viviendo una época en que los usuarios (nosotros, todo el mundo) de la sociedad de la información nos estamos acomodando en internet y estamos sacándole mucho jugo y además de todo eso la "industria cultural" está perdiendo dinero.

Debido a esto último (ya que al parecer la industria cultural es más industria que cultura) el ministerio de cultura (con la ministra González-Sinde al frente, que parece ser que no le bastó con romper la Academia de Cine) condenó la piratería y en particular las páginas de enlaces porque estaban "matando" la cultura.
  • La vía legal
Tras varios pleitos que intentaron cerrar las páginas de enlaces los jueces no paraban de dar negativas. ¿Cómo transcurrían esos pleitos? Intentaron 3 vías para "tener razón" y hacer algo en contra de la piratería. Antes de exponerlos voy a aclarar que para considerarse ilegal una acción dentro de este ámbito debe existir una violación de los derechos de autor y además un ánimo de lucro.
  1. Lo primero que hicieron fue denunciar a los usuarios que compartían contenidos. Estaban violando clarísimamente los derechos de autor, ya que no tenían el poder de divulgación de la obra de terceros sin su permiso o el de su distribuidor (sin pagar, vaya). Fracasaron, claro. Los jueces dictaminaron que la acción no era ilegal ya que obviamente, no había ánimo de lucro alguno. Entonces, los denunciantes (que son unos cachondos) dijeron que sí que existía ánimo de lucro. ¡Ver una película es lucrarse! Los jueces desestimaron el recurso.
  2. Después intentaron ir detrás de las páginas de enlaces. ¡Esos sí que se lucran seguro! debieron decir. Efectivamente, tienen razón, pero hay una de las dos cosas que no hacen, que es, en este caso, violar la propiedad intelectual. Por supuesto que no, dijeron los jueces. Las páginas de enlaces no albergan contenido ilegal, puesto que lo único que tiene a disposición de los usuarios son enlaces a otras páginas en las cuales sí están alojados esos contenidos. No había nada que hacer.
  3. El tercer intento fue contra las empresas de telecomunicaciones o proveedores de acceso (y aquí si que me veo yo un poco más afectado -al menos en un futuro-) que daban soporte a todas esas prácticas peligrosísimas e ilegales. Como podéis imaginar, más de lo mismo.
  • La Ley Sinde
La ley Sinde, entonces, lo que pretende es ganar esos juicios. Y, ¿cómo se ganan? Quitando a los jueces. La ley propone una comisión administrativa creada por el propio ministerio de cultura en la cual unos señores nombrados por el gobierno (de carácter trienal) que deciden, bajo su punto de vista, si una página de enlaces debe o no cerrarse.

Ni que decir tiene que esto es peligrosísimo para el sistema democrático y judicial actual. Esta ley se salta a la torera la separación de poderes y entra en un terreno muy oscuro. Lo que quiero decir es que es un atropello a, por ejemplo, la libertad de expresión en la red.

Esta segunda disposición final de la ley de economía sostenible fue votada en el congreso el día 21 de diciembre de 2010 y fue rechazada "in extremis". Ahora sólo quedaba que se rechazara finalmente en el senado y ya los internautas podríamos respirar tranquilos. Nada más lejos de la realidad.
  • La vía Álex
La vía Álex, o como así lo llama Enrique Dans, es una cosa que me gustaría contar ahora, por motivos cronológicos.

Entre tanto lío de votaciones en el congreso e internautas enfurecidos, Álex de la Iglesia, director de la Academia de Cine se posicionaba a favor de la ley argumentando que había que "proteger los derechos de los autores". Lo que Álex no sabía es que estaba totalmente desinformado y estaba falseando (no sé si sin querer o no) la información. Yo mismo le corregí vía twitter y tuve una pequeña conversación con él acerca del puesto que ocupaba España entre los demás países en un ranking sobre piratería (#79 para el que le interese).

Razonablemente, Álex, tuvo una reunión con varios representantes del "otro bando" para buscar una solución justa y lo que encontró es un punto de vista que no había alcanzado a comprender hasta ese momento. Gente como David Bravo o Enrique Dans le hicieron ver la gravedad del asunto. Inmediatamente se mostró neutral y reconoció que la ley Sinde estaba mal planteada desde su inicio. Álex de la Iglesia se mostró apto para el diálogo y con verdaderas ganas de consenso.

Más tarde, el ya ex-presidente de la academia dimitió por lo que me dispongo a contar ahora mismo.
  • El pacto
Todos nosotros decíamos "El PP está en contra de la ley y tiene mayoría en el senado. De ahí no pasa", pero lo que no sabíamos hasta días antes de la votación es que el PP estaba planeando una revisión de la ley a modo de cortina de humo. Me gustaría remitiros al excelente artículo sobre Jose María Lasalle antes que nada.

Los intereses políticos (el PP quiere una revisión del canon*) prevalecieron ante la opinión del pueblo y el PP, PSOE y CiU habían llegado a un acuerdo para volver a reflotar la ley Sinde "modificada" para una nueva votación para el congreso el día 9 de febrero. En el senado, ni que decir tiene, que se aprobó sin problemas.
  • La Ley Sinde modificada
La nueva ley es un intento de maquillar la antigua pero con muy poco éxito.

Para los más conformistas y los que menos se informan es un avance grandísimo. La nueva ley asegura la presencia de dos jueces. Muchos diréis: "Ah, bueno, antes no había ninguno. Ahora hay garantía judicial". Ni mucho menos.

Se colocan dos jueces, uno al principio del proceso y otro al final del mismo. ¿Por qué? ¿por qué existe ese hueco en medio? En medio lo que existe es la famosa comisión administrativa formada por el gobierno que es el núcleo del proceso en cuestión. Lo que han hecho ha sido cambiar la pregunta para que resulte favorable. Me explico:

  1. En primer lugar se pregunta al primer juez: "Perdone, el blog/página/X está ejerciendo un derecho fundamental?". El juez, con casi total seguridad dirá que no, y sobre eso la comisión empieza a trabajar. Un ejemplo muy fácil que puso David Bravo: Un tipo va por la calle silbando la última canción de Alejandro Sanz y la SGAE le denuncia. Le pregunta al juez que si ese tipo silbando estaba ejerciendo un derecho fundamental y el juez, como es obvio dirá que no. Silbar no es un derecho fundamental. Ya tienen el sí del primer juez.
  2. La comisión administrativa le comunica al denunciado que por orden judicial tiene que retirar los contenidos por los que se le ha denunciado en un plazo de 48 horas. Si éstos no se retiran existe un plazo de 2 días para que se presenten las pruebas del demandante y del demandado. En 5 días se presentan las conclusiones de las pruebas y en 3 días la comisión dictará la resolución.
  3. Después de eso se le volverá a preguntar al juez con la resolución que si está vulnerando derechos fundamentales, a lo cual el juez volverá a decir que no. Se han salido con la suya.
Esto crea un precedente muy peligroso, ya digo. Hoy en día existen métodos para los cuales no es necesaria ninguna ley que sea tan poco "jurídica" y son métodos que se usan y que en un plazo razonable dictan sentencia. Que no os engañen, porque no existe tutela judicial en el proceso y por lo tanto no hay garantías.
  • La reflexión
No se puede negar que internet, como dijo Álex de la Iglesia en la gala de los Goya, es el presente y que el mercado tiene una oportunidad y no una barrera en plataformas web. Muchas empresas ya han pensado en eso y están haciendo un modelo de mercado sostenible en el cual se disfruta de una oferta razonable y disminuye la "piratería". El claro ejemplo de esto es iTunes, Netfix o Spotify. El gran problema que tenemos en España es (además de la caradura de la industria cultural) el monopolio de estos mercados, en los cuales muchas empresas se niegan a entrar.

Una plataforma con películas que no estén pixeladas y que puedan ser bajadas por mi internet de banda ancha en una gran calidad y por un precio digno, o un modelo de mercado parecido al de iTunes o Spotify para la música es, a mi entender, la solución.

El problema de España no es la piratería, es la mala calidad del producto. Son los precios desorbitados que hay que pagar por un libro, por una película o un CD de música (esto último destinado a morir -me refiero al formato físico-). El problema de España es que el mercado no se adapta a sus clientes y quieren que seamos los clientes los que nos adaptemos a su mercado. El día en que el servicio oficial sea mejor que el no-oficial, dejará de existir ese problema tan peligroso llamado piratería.

Me gustaría escribir más y a lo mejor añado algo en los próximos días, pero creo que la esencia está clara. Si queréis más información podéis visitar los blogs de Enrique Dans y David Bravo, por poner un ejemplo.

Por último me gustaría comentar que hay una manifestación en La Plaza del Rey (Madrid) frente al ministerio de cultura. Pronto escribiré acerca del pasotismo general que están generando las redes sociales. No sirve con retwittear que hay que moverse, hay que moverse.

PD: Plataforma de "boicot" contra los partidos políticos que no escuchan al pueblo: No les votes

*En esta revisión se baraja la opción de cobrar un plus en la cuota del ADSL, lo cual significaría un atraso de las TIC en España

viernes, 31 de diciembre de 2010

Gracias

Nunca te he escrito una entrada en este blog, y eso es en parte porque me hago mucho el duro. No me gusta mostrar mis sentimientos, pero esto se acabó.

Tú me has enseñado muchas cosas. Me has enseñado a reír, a seguir adelante, a querer. Y ahora viene un nuevo año, y como cuando acaba el año se dicen cosas bonitas te las estoy diciendo.

Recuerdo aún cuando me cantabas y me calmabas. Me podía tirar horas oyendo tu voz cálida cerca de mi oído. También recuerdo cuando te vestías de Drácula para hacerme partirme de la risa en el sofá. Incluso lo hiciste dos veces. También te disfrazabas de vaquero cuando tenía los días más tristes, y es que siempre conseguías arrancarme una sonrisa.

Espero volver a verte pronto. Te quiero, Chiquito.

lunes, 27 de septiembre de 2010

¿Y qué hago yo ahora?

Soy Dexter, y no estoy seguro de lo que soy...sólo sé que hay algo oscuro en mí, y lo oculto. No hablo de ello pero está ahí. Siempre. Este oscuro pasajero. Y cuando tiene el control, me siento vivo-medio enfermo con el estremecimiento de lo que está...absolutamente mal. No lucho contra él. No quiero hacerlo. Él es todo lo que tengo. Nadie más podría amarme, ni siquiera...especialmente no a mí. ¿O es sólo una mentira que el oscuro pasajero me dice? ya que últimamente hay estos momentos en los que me siento conectado a algo más, alguien. Es como si se estuviera cayendo la máscara y cosas, gente que nunca antes me importó...comienzan de repente a importarme. Es algo que me aterra.