- ¿No le han enseñado que la ley es accesible para todos?
- No intentes entrar sin mi autorización – dice el guardián – soy muy poderoso. Sin embargo, no soy más que el último de los guardianes. De sala en sala, de puerta en puerta, cada guardián es más poderoso que el anterior.

Poco a poco se desprende de todo cuanto tiene con la esperanza de sobornar al guardián quien a cada ofrecimiento le repite: “Acepto solamente para que puedas estar seguro de haberlo intentado todo”.
A fuerza de acechar continuamente al guardián en el curso de largos años de espera el hombre acaba conociendo hasta las pulgas de su cuello de piel. La edad, le hace volver a una segunda infancia y suplica a las pulgas que intercedan en su favor para que el guardián le deje entrar, en tinieblas porque su vista se ha debilitado entrevé una luz que se filtra a través de las puertas de la ley. Y ahora en el umbral de la muerte todo se resume para él en una última pregunta, hace una seña al guardián. “Eres insaciable” – le dice éste - ¿Qué mas quieres?. Y el hombre contesta: “Si como está escrito todo el mundo se esfuerza en alcanzar la ley ¿Cómo es posible que nadie mas se haya presentado aquí en el transcurso de tantos años?”. Y como el hombre no oye apenas, el guardián le grita al oido: “Porque nadie mas que tu hubiera sido admitido, nadie más hubiera flanquear esta puerta. Estaba reservada para ti. Ahora, voy a cerrarla”
Esta historia se narra en una novela titulada “El proceso” que significa lo que parece significar. No hay misterio ni enigma que resolver.
Debemos decir que la lógica de esta historia es la lógica de un sueño o una pesadilla.