domingo, 26 de junio de 2011

Relato No. 2

- ¡Es una puta locura!

- ¿Locura? ¡Locura es seguir viviendo como lo estamos haciendo, sin apenas libertad!

- ¡Pero es ilegal! ¿Y si nos pillan? ¡Directos a la cárcel!

- No te preocupes, mi plan es perfecto. Nada puede salir mal.

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“Son las nueve de la mañana. Día 23 de Marzo. Miércoles.”

Un fuerte golpe contra el despertador se escuchó aún más que la voz robótica del aparato. 5 minutos después volvió a escucharse.

“Son las nueve y cinco de la mañana. Día 23 de Marzo. Miércoles.”

Jorge se apoyó sobre sus codos en el blando colchón, y sin mirar el reloj-despertador bajó la mano y apagó esa voz. Se quedó un rato mirando a su armario, delante suya, como esperando que se abriera solo y la ropa se condujera a sí misma hasta los pies de su cama.

Se levantó aún en calzoncillos y caminó tambaleándose hacia el armario. Escogió la sudadera que acostumbraba a llevar los Miércoles, unos pantalones que fueran a juego, y unas zapatillas. Cerró el armario y de los cajones de al lado cogió una camiseta y unos calcetines.

Cuando se hubo vestido salió de su habitación, entornó la puerta que daba al cuarto de sus padres, y entró en el baño.

Después de haber orinado fue a la cocina. Allí le esperaba su café.

Se encendió un cigarro y el humo del pitillo y el del café se confundían en el aire. De pronto, una melodía de móvil se hacía notar por encima del imperioso silencio.

- ¿Si?

- Buenas, ¿cómo has dormido hoy campeón?

- Poco y mal. Me acosté tarde.

- Bueno, ¿estás nervioso?

- No, en absoluto.

- Ya está todo preparado, le he dicho a mi hermano que jugaríamos a eso de las 13.00. He quedado con él en la pista.

- Vale, nos vemos a las 11.30, tal y como estaba previsto, ¿no?

- ¿Puedes hablarme como si fuera tu novia? Te recuerdo que lo soy.

- Perdona, estoy algo distante de todo últimamente

- Venga cariño, ¿No puedes hacer una excepción?

- Si, lo siento, sabes que te quiero

- Venga, nos vemos luego

- Hasta dentro de un rato

Sin darse cuenta se había acabado el cigarro y el café. Volvió a su habitación y se sentó en la cama. Tras permanecer 5 minutos en silencio se levanta decidido y cruza la puerta.

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- Hija….vamos…venga…. ¿No me dijiste que tenías que estar en no se donde a las 10?

- Ya voy…

- Te preparo algo de desayuno mientras te vistes. Date prisa o se quedará helado, como siempre.

Y allí estaba Mónica, con los ojos semicerrados mirando al techo de su habitación, que aunque esté a oscuras puede dibujar en su mente por tantas noches en vela imaginándose un futuro junto a él.

Se levantó y aún en pijama fue al baño a echarse un poco de agua en la cara. Volvió a su habitación, se puso ropa deportiva y fue hacia la cocina. Ahí le esperaba su madre echando la última cucharada de azúcar en el café.

La madre aprovechó y se preparó uno para ella. Mónica no paraba de mirar su café y de jugar con la cucharilla haciendo movimientos circulares.

- ¿Qué tienes previsto hacer hoy? – dijo por fin su madre

No hubo respuesta.

- Mónica, cariño, ¿Qué harás hoy? – dijo con un tono mas alto y agresivo

- Uy, perdona, sí, he quedado con Manu para jugar, ya sabes que si no le saco yo no sale de aquí.

- Haces bien, pero no vengas tarde que estamos preparando una cosilla.

- ¿Qué cosilla?

- Luego lo ves, una tontería.

Mónica, un día más, recogió su vaso ya vacío y lo depositó en la pila.

Se fue a su habitación y encendió el móvil. Tenía un mensaje. Llamadas perdidas de Jorge a las 6:45 A.M. Se sentó en la cama y marcó despacio y cuidadosamente las teclas de su teléfono móvil. Un tono…..dos tonos….tres tonos…

- ¿Si?

- Buenas, ¿cómo has dormido hoy campeón?

- Poco y mal. Me acosté tarde.

- Bueno, ¿estás nervioso?

- No, en absoluto.

- Ya está todo preparado, le he dicho a mi hermano que jugaríamos a eso de las 13.00. He quedado con él en la pista.

- Vale, nos vemos a las 11.30, tal y como estaba previsto, ¿no?

- ¿Puedes hablarme como si fuera tu novia? Te recuerdo que lo soy.

- Perdona, estoy algo distante de todo últimamente

- Venga cariño, ¿No puedes hacer una excepción?

- Si, lo siento, sabes que te quiero

- Venga, nos vemos luego

- Hasta dentro de un rato

Colgar y su voz se apagó. Una vez más se tumbó en la cama deshecha y miró el techo que tan fácil le resultaba imaginar en la oscuridad. 5 exactos minutos en esa posición. Se levantó, cogió las llaves y con un tímido “adiós” se despidió de los habitantes de aquella casa. Por detrás suya sólo el ruido de la puerta cerrándose.

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- La caja de 12 son 7.50 €

- Aquí tiene

- ¿Me lo envuelve para regalo?

- ¿Para regalo?

Claro que no se lo podían envolver, en las farmacias no tienen papel de regalo. Su próxima parada era la casa de su tío. Su tío era militar, es un hombre ya mayor. Prestó servicio en la dictadura y siempre tiene alguna historia que contar. Su casa está decorada con armas de todo tipo, y Jorge sabía dónde encontrar la munición. Su tío se lo había enseñado.

Llegó al amplio portal y sin siquiera llamar al telefonillo subió por las escaleras que le conducen hacia la casa del hermano de su padre.

Tras media hora, salió de allí y bajando los escalones de dos en dos se dirigió a su próximo destino: La casa de Mónica.

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Mónica es una chica muy sociable, siempre sabe donde puede encontrar lo que quiere y siempre hay alguien que se lo pueda proporcionar. Aún eran las 9.45 y había salido de casa, así que tenía unos 15 minutos para remolonear por la zona. – Demasiado frío para jugar a cualquier cosa – pensó. Fue a una tienda de caza y pesca donde compraba anzuelos para su padre cuando era más pequeña. Abrían a las 10.30 pero el dueño le conocía y podía hacer una excepción. Así se aseguraba que nadie la viera comprando.

Llamó a la rejilla que separaba la puerta de la vía urbana y un hombre con un bigote negro y con sobrepeso salió a recibirla.

- ¡¿Qué tal Mónica?! ¡Cuánto tiempo!

- Hola Mariano, no tengo mucho ahora que lo dices, quiero regalarle para reyes un cuchillo a mi padre, un cuchillo de caza.

- Te pondría restricciones si no fueras quien eres, pero vamos a ver… ¿cuál te viene bien?

- El mas afilado que tengas

- Está bien, está bien…. Enseguida va.

- Gracias

Recogió el cuchillo y se fue directa a la iglesia. Necesitaba hablar con el padre, pero allí no estaba.

– Si no puedo hablar con él hablaré directamente con Dios – musitó en voz baja.

Se puso de rodillas y murmuraba su arrepentimiento ante lo que iba a hacer pero a su vez justificaba sus actos como algo necesario para que su vida fuese mejor.

Recogió sus bártulos, las lágrimas que se le querían fugar de sus ojos y salió de allí mucho más rápido de lo que había entrado

Salió de la iglesia, y se percató que aún le quedaba una cosa por hacer, conseguir barbitúricos, lo más difícil, pero ya he comentado lo fácil que le era conseguir lo que fuera en cualquier momento.

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Mónica vivía bastante lejos, pero eso no era inconveniente para Jorge, que sabía que la distancia no era más que una cifra. Cuando era requerido se desplazaba hasta su casa, así también lo hacía ella. No se veían todos los días, así él apreciaba mas verle los ojos que tan enamorado le tenían.

Con paso rápido y decidido cogió el bus que le llevaría a la estación de tren. La gente iba de acá para allá con regalos de Navidad. Ajenos completamente a lo que estaba ocurriendo en otro cualquier lugar, y sin preguntárselo, sin preocuparse lo más mínimo.

Bajó del autobús y caminó poco para llegar a la estación. El tren acababa de llegar, y él pudo montarse. Ahora solo queda esperar.

- Samuel, lo necesito de veras, te pagaré lo que me pidas

- Son caras, estas pastillas las cuentan en la farmacia cada día y si falta alguna tendría que responder ante tal desaparición

- Si, lo sé, hazme ese favor, tengo aquí dinero.

- Está bien, ¿Para qué las quieres?

- Eso aún no te lo puedo decir, pero no son para mí. ¿Se disuelven en líquido, si?

- Sí, sí, pero ten mucho cuidado.

Ya tenía todo hecho, y ya casi era la hora, con caminar un poco a la estación, recoger a Jorge e irse hacia la pista de baloncesto.

No tuvo que esperar mucho porque el tren estaba llegando cuando ella entró por la puerta de la estación y solo tuvo que esperar 2 minutos para verle. Cuando le vio se percató de que lo que estaba haciendo lo estaba haciendo correctamente porque el fin justificaba completamente los medios.

Cruzó el torno y se fundieron en un apasionado beso. Terminado esto se cogieron de la mano y caminaron hacia la pista sin mediar palabra. Cada uno suponía que habían hecho todo correcto.

Aún quedaban 10 minutos para que llegara el hermano de Mónica y solo tenían que esperar. Se miraron a los ojos:

- ¿Estás segura?

- Completamente

- Lo digo porque no son mis padres los que van a morir

- Lo sé, pero llevamos pensándolo mucho tiempo

- Vale, tranquila, todo saldrá bien

Llegó su hermano y Jorge se levantó para ir a estrecharle la mano. Se preguntaron por su situación actual y empezaron a jugar. Ambos solían jugar al baloncesto en sus ratos libres así que se mostraban hábiles haciéndolo. Mientras ellos dos jugaban, Mónica cogía la botella de agua que encontró en la mochila de Jorge, la abrió, le dio un trago e introdujo dos pastillas de los barbitúricos que le había proporcionado Samuel.

Tras un rato jugando, la sed pudo con Manu, que pidió la botella de agua urgentemente.

4 minutos. 4 minutos exactos aguantó en pie. Como si un rayo imaginario le hubiera fulminado cayó al suelo.

Jorge le sujetó, Mónica cogió la mochila de Jorge y ayudó a transportar en bolandas a su hermano completamente drogado.

La gente se quedaba muy extrañada de ver tan pintoresca situación y el poder de escudriñamiento les impedía seguir caminando.

Llegaron ya al portal y cogieron el ascensor lo más rápido posible. Respiraron hondo y llamaron al timbre.

Abrió la puerta la madre, que gritó inmediatamente ante tal cuadro y llamó a su marido rápidamente. Éste se acercó raudo y Jorge gritó:

- Rápido llevémosle a la cama y – señalando al padre – coge un paño con agua

- ¿Qué ha pasado? – Gritaba la madre

No hubo respuesta, solo una rápida carrera por el pasillo hasta la habitación de Mónica donde le tumbaron. La madre intentaba reanimarle en balde.

Jorge tranquilamente buscaba algo en la mochila de Mónica.

- ¡¿Por qué no hacéis nada?!¿¡Qué ocurre!? – gritaba la madre sollozando

Volvió la mirada a su hijo inconsciente. Al mismo tiempo Jorge sacaba el cuchillo que había comprado su novia, tapo la boca de la madre de Mónica con un pañuelo y recorrió con el cuchillo su garganta, que se abrió para dejar que el filo del cuchillo seccionara la laringe y se escuchara un gorgoteo inusual. La sangre que proyectaba la herida fue a caer al cuerpo inmóvil de Manu.

Mónica se hallaba en una esquina con las manos en la boca, que estaban siendo atacadas por las lágrimas de sus ojos.

Jorge, casi sin parpadear cogió el arma que le había sustraído a su tío, la cargó y esperó pacientemente a que llegara su padre.

Cuando apareció por la puerta le colocó una bala en el pómulo y otra en el corazón. El padre cayó al suelo con un golpe seco.

Mónica se quitó las manos de la boca y dejó escapar un aullido que al ser oído por Jorge le hizo reaccionar y corrió a abrazarla.

- Tranquila, tranquila, ya está, ya está….

Cogió el paño que había dejado caer el padre y limpió cuidadosamente el cuchillo y se lo pasó por la mano a Manu. Con el mismo paño tiró el cuchillo por la habitación y limpió el revolver con el que había disparado al padre de Mónica. Cuidadosamente se lo puso en la mano a Manu y suspiró.

Fue al baño y se limpió los restos de sangre que le había dejado la familia de Mónica en la ropa. Mónica le siguió y cuando se hubo limpiado completamente fue al salón y quitó la película que estaban viendo, sacó el DVD y lo metió en la caja que estaba libre: “Fargo”.

Dejaron caer su cuerpo en el sofá y Jorge preguntó:

- ¿En cuánto tiempo perderá su efecto la morfina?

- 2 horas

- Nos queda tiempo aún, hace 15 minutos le dimos la morfina…en una hora y media llamamos a la policía. Ahora sólo queda esperar.

Los dos empezaron a besarse y ella se recostó. Él saco del bolsillo un preservativo y ella sonrió. Metió su mano por debajo de la camiseta y empezó a tocarle la espalda, acariciándola firme pero dulcemente.

¡Ding Dong!

- ¿¡Quién será ahora!?

- No sé, espera, abro yo – le cortó Mónica

Mónica caminaba cautelosamente por su propia casa como si un asesino viviera detrás de cada puerta.

Abrió la puerta y su cara empalideció de repente.

- ¡Hola sobrina!

- Hola tía… ¿Qué…qué…qué haces aquí?

- Nos dijo tu madre que hoy había comida familiar, pero claro, ¡era una sorpresa para los más jóvenes de la casa!

- Bu…bueno

Los familiares pasaron hacia el salón donde estaba Jorge, contemplando la escena completamente pasmado. Habían entrado su tío, su tía, su prima Blanca de 5 años y su primo Pablo de 4 meses y medio.

- ¿Has visto qué grande está ya Pablo? – arrancó a hablar su tío - ¿Y bueno, no nos ofreces algo de beber y algún lugar para dejar los abrigos? – dijo mientras enfilaba el pasillo que llevaba a la habitación de Mónica, pero Jorge le interrumpió y se hizo cargo de todos los abrigos.

Amontonó los cadáveres y los tapó con una sábana, que tapó con todos los abrigos. Volvió al salón con los demás.

- Jorge, estás manchado… tienes algo rojo en la camiseta... – advirtió su tía

- Oh… si… están pintando la habitación de Mónica, por eso no podéis entrar

- Nunca me ha gustado el rojo para una habitación…me parece…

- ¿Alegre? – comentó su tío

- ¿Puedes venir un momento? – dijo Mónica a Jorge – Necesito comentarte algo acerca de la comida

Jorge se levantó y caminó tranquilamente hacia la cocina. Allí le esperaba la pálida Mónica.

- Plan perfecto…plan perfecto… ¡Y ahora qué!

- No… no lo sé Mónica, de momento hacemos la comida y ya se verá como transcurren los acontecimientos...

- De esta no salimos…

- Voy a ver como están las cosas y en 3 minutos ven tú…

Se volvió a sentar en el sofá y comenzaron a hablarle:

- ¿Donde habéis dejado a los suegros? ¿Ya te les has cargado?

- Jeje, no, no, aún no…

- ¿Qué tal la universidad? ¿Todo bien? ¿La familia?

- Bien bien, gracias…

- Bueno, voy a llamar por teléfono a tu doña suegra, que se está retrasando.

Su tía marcó las teclas de su móvil lentamente, se puso el auricular en la oreja y empezó a sonar una melodía proveniente de la habitación de Mónica.

Todos miraban extrañados a Jorge y salió Mónica de la cocina rápidamente diciendo:

- ¡Ya se ha dejado mi madre el móvil en casa otra vez! ¡Será posible! Voy a por él… - dijo mientras corría hacia la habitación a por el móvil.

- Mira que se lo digo…pero nada no hace caso – confirmó su tía

Pasó un rato en silencio hasta que Blanca hizo gala de la tremenda inocencia infantil que tienen todos los niños:

- ¡Mamá! ¡Mamá! ¿Qué es esto del sofá? – dijo Blanca levantando victoriosa un preservativo de la marca Durex que rezaba “Un placer mas estriado”

Todos miraron a Jorge y Mónica que acababa de entrar en el salón y que volvió a salir despavorida hacia la cocina.

- Eh…no es nada Blanquita, anda dámelo que lo guardo que es para la comida – dijo Jorge al mismo tiempo que recibía dos miradas asesinas por parte de los tíos de Mónica

Jorge llevó el preservativo al baño y Mónica ya estaba de nuevo en el salón con sus tíos.

- Bueno Moniquis, y ¿Qué tal con el chico este? – decía su tío mientras Blanca se escapaba sigilosamente del salón

- Bien, genial, estamos muy enamorados

Comenzó a sonar la melodía del móvil de Mónica y ella se levantó para coger el teléfono.

- ¿Jorge?

- Si, escucha, sigue atentamente mis instrucciones, quiero que digas ahora “Si papá”

- Si papá

- Muy bien, ahora quiero que hagas como si hablaras con tu padre, haz como si te estuviera contando que ha surgido un imprevisto y que no pueden hablar mucho, pero que no van a volver a casa.

- Vale papá, bueno, pues hablamos en otro momento, cuando no estés ocupado.

- Vale, ahora cuelga, pero di que no es seguro, que permanezcan ahí un rato mas, de todas formas ¿Vale?

- Vale, vale, no hay problema, chao, besos, te quiero.

Colgó el teléfono y volvió a sentarse en el sofá

- ¿Qué pasa querida?

- Mi padre, me ha dicho que es posible que se tenga que suspender la comida, no me ha dado más datos. Me ha dicho que me llamará en un poco rato.

- Bueno, no pasa nada – dijo su tía al mismo tiempo que Blanca empezaba a tirarle del pantalón – lo mismo ha pasado algo con tu tía Marta, ya sabes como está la pobre – Blanca seguía tirando del pantalón – encima ahora, con lo que le diagnosticaron a Juanjo. Blanca… - seguía tirando – Pero bueno, seguro que no es nada – seguía tirando - ¿¡Qué quieres, Blanca!?

- Es que la tía está muerta en la habitación de Mónica, y el tío, y el primo, y además Jorge se ha vuelto loco y estaba hablando por teléfono en el baño con Mónica, ¿Podemos comer ya?

Un silencio cruzó la habitación y dejó petrificados a todos los que allí se encontraban. Irrumpió Jorge en el salón y todos le miraron, el rostro de Mónica, ahora descompuesto, pedía a gritos una solución.

- Jajajaja, que graciosa es Blanquita – decía Mónica – los niños tienen una imaginación tremenda…

- No me lo inventé, ¿Queréis verlo?

- No, no, espérate un rato y comemos

El silencio se hacía notar más y más cada vez. El aire pesaba mucho, y la tensión se podía cortar con un cuchillo. Ninguno sabía como reaccionar.

- Bueno, voy poniendo la mesa por si acaso, no vaya a pillarnos luego el toro

- ¿Qué está pasando aquí?

- ¿Dónde, tía?

- Aquí, todo es muy raro, ¿dónde están tus padres?

- Yo no… - se quedó sin palabras al ver a su hermano en la puerta del salón, lleno de sangre, con un revolver en la mano y aún sin poder sostenerse bien.

- ¿Qué pasa, cariño? – la tía estaba de espaldas a su hermano moribundo

Jorge se dio cuenta de la presencia de Manu, se giró hacia él y éste le disparó al pecho lo que le hizo desplomarse. Todos vieron la escena, todos excepto la joven Blanca que estaba en la cocina intentando conseguir lo que tan ansiadamente requería. Mónica, se irguió y recibió un disparo idéntico al de su novio. Apuntó ahora a su tío, pero la puerta de la entrada cayó abajo y un vecino entró veloz y placó a Manu como pudo y le inmovilizó en el suelo. La tía de Mónica marcaba el 091 como podía y en poco tiempo llegó la policía para arrestar a Manu, y precintar la casa.

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- Como lo oyes Juani, se conoce que el hijo estaba harto de la vida que llevaba con sus padres y los despachó rápido, pero no sólo eso, también mató a su hermana y al novio de su hermana.

- ¿Qué me dices?

- Lo que oyes. Por lo visto, no mató a sus tíos y a sus primos porque un vecino se lo impidió.

- ¿Y cómo fue eso?

- Pues el vecino vio a su primita, qué ricura de niña madre mía, que estaba llorando y con un cuchillo en la mano, en la cocina. No había nadie para darle de comer.

- ¿Y le vio así como así?

- Por la ventana del patio Pili, ¿¡Cómo si no!?

- Ay no se hija, igual tenía una wescam de esas, mi Jona tiene una.

- Bueno, lo que te decía, pero vamos, que segura no estoy hija mía, porque el chico por lo que se ve no ha dicho ni mú.

- ¡Anda! ¿Y eso?

- Pues que ha debido de entrar en un chock de esos que te quedas mutis pa to la vida.

- Si es que no vamos a tener vecinos normales nunca Pili, ¿Te acuerdas de la que lió el que se suicidó aquí mismo?

- Uy sí, calla, que me enterao que se suicidó por las amantes, que si una que si la otra…total… que se dio un tiro y santas pascuas

Si es que no somos nadie, Pili, no somos nadie....

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